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lunes, 21 de septiembre de 2020
miércoles, 16 de septiembre de 2020
Cuento fantástico
Con cariño , mi primer videito va para los chicos de primer año💓💓💓💓💓👻👻👻👻👻
Espero que les guste!
Saludos!!!!
martes, 1 de septiembre de 2020
El cuento fantástico y el cuento maravilloso.
3-9- Hola chicos!!!!!! 👻👻👻👻👻👻👻👻
Como la semana próxima voy a estar con exámenes previos, les dejo unos cuentos para que vayan leyendo y resolviendo las actividades, cada uno en su carpeta.Luego les avisaré qué día nos encontramos por videollamada.
1- Te invito a ver un video hecho por alumnos de segundo año, sobre del cuento fantástico "La soga" de Silvina Ocampo. Este cuento está en el cuaderno n 1 del Ministerio de Educación Argentina, pág 19.
1.1- ¿Cuál es el hecho en este cuento que es irreal, fantástico, cuál es la transformación que se da?
https://youtu.be/Q4vJ0nrofc4
2- - "La chica del kiosco" es un cuento fantástico que está en el Cuaderno N 1 del Ministerio de Educación Agentina, pág 32 y 33. Por si acaso también te lo copio aquí abajo:
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Pasó una cosa rara una vez en un pueblito que quedaba en una de las
regiones más lejanas de Islandia. Fue a principios de siglo cuando no
había teléfonos ni radio ni televisión, cuando no había nada que salvara a
los que vivían en esos pueblos de la pesada tristeza que va devorando el
alma. Era el momento más sombrío del año, cuando nunca se ve el sol y la
semioscuridad llena todos los recovecos de la vida. Todo parece dejar de
respirar, helado e inmóvil, hasta que de pronto cae la lluvia y la cara del
Ártico se convierte en un revoltijo de humedad, mugre, oscuridad y desesperanza.
Entonces empieza a nevar y en derredor las empinadas laderas de
los montes son el interior blanco de un gigantesco ataúd. El mundo se congela
otra vez, vuelve a llover, nieva; parece que nunca se van a terminar esas
malditas desdichas.
Es el momento del año en el que muchas de las gentes que viven en
esos pueblitos dejan de hablar. Cuando se encuentran en las calles, miran
hacia delante o hacia abajo en impenetrable silencio, los dientes apretados.
Otros se quedan días enteros en la cama, las cabezas tapadas con las
cobijas. Es tiempo de odio, de venganza, violación y locura. También es
tiempo de fantasmas.
En ese pueblo vivía una chica. Era la empleada del único kiosco del
pueblo. Si bien los que vivían allí se arrastraban tarde o temprano hasta el
kiosco aunque más no fuera para tratar de mantener el latido de la poca
vida que les iba quedando, la chica estaba sola la mayor parte del tiempo.
Y se sentía, en esos meses más oscuros del año, tan llena de tristeza como
cualquier otro.
Uno de esos días en los que estaba sola, comiéndose las uñas como
siempre, totalmente embobada, sucedió algo espantoso: un fantasma
entró al kiosco. Era un fantasma que había andado por toda la costa matando
literalmente de miedo a la gente con algunas cochinas tretas. Pero
como este pueblo estaba tan aislado, nadie había oído todavía nada de
sus roñosas hazañas.
El fantasma se acercó a la chica llevando su cabeza bajo el brazo y le
preguntó:
–¿Tiene hilo de coser?
–¿Qué clase de hilo? –preguntó la chica mirando la cabeza bajo el
brazo sin pestañear siquiera.
–Tengo que coserme la cabeza al cuello –dijo el fantasma, y bajo el
brazo la cabeza le hacía horribles muecas burlonas a la chica.
–¿Qué prefiere? –dijo ella–. ¿Hilo blanco o hilo negro?
El fantasma se quedó alelado. Había andado matando a la gente por
la costa sólo con jugarle esa mala pasada: se morían nomás, de un ataque
al corazón. Pero ahora, aturdido y sin saber qué hacer, solamente atinó a
agarrar la cabeza y sacudirla frente a la chica.
La chica se sacó la cabeza.
El fantasma nunca había visto a una persona que pudiera sacarse su
propia cabeza como hacen los fantasmas, así que se puso pálido de miedo
y sintió que un escalofrío le corría por la descabezada espina dorsal.
Dejó caer la cabeza al suelo, salió corriendo del kiosco y nunca más se lo
volvió a ver.
La chica se puso su cabeza, levantó la cabeza del fantasma, le envolvió
en papel marrón y la tiró en el montón de basura detrás del kiosco. Volvió
al mostrador y empezó de nuevo embobada a comerse las uñas. No
le contó a nadie lo que había pasado.
Siguió trabajando en el kiosco hasta que se casó con un tipo cualquiera
que le daba tremendas palizas durante esa época tan oscura del año.
Hasta que un día ella perdió la paciencia y se sacó la cabeza frente a
él. El tipo no le volvió a pegar nunca más y vivieron felices el resto de
sus vidas.